Josefina Edelstein (Especial)
Hay quienes practican yoga como un estilo de vida, otros mientras hacen turismo antiestrés y hay quienes lo disfrutan en clases semanales como un complemento de sus actividades cotidianas. Como sea, cada día se suman nuevos seguidores a esta ciencia milenaria hindú que busca que la manifestación física, mental y espiritual de los seres humanos, vaya en una misma dirección y en equilibrio.
“La ciencia del yoga es un conjunto de técnicas y estrategias desarrolladas a lo largo de los siglos con el objetivo de dar respuesta a las necesidades de las personas en los distintos momentos de su vida”, explica Jorge Bidondo, presidente de la Federación de Yoga de la República Argentina.
En general, se practica para eliminar o atenuar el estrés o como actividad física de bajo impacto y saludable. Sin embargo, a poco andar, se entiende que uno de sus principales aportes es el autoconocimiento que conduce hacia un estado de mayor armonía y plenitud.
Expansión del ser
Bidondo afirma que la meditación es el corazón del yoga y su más popular representación visual es la postura de una persona sentada con las piernas cruzadas, manos hacia las rodillas, ojos cerrados y la vibración del Om. Sin embargo, existen otras posturas o asanas y otros sonidos o mantras para ejercitar la concentración y “conseguir un estado de conciencia expandida, de máxima presencia en el aquí y ahora”, dice el maestro de yoga. Por ejemplo, “podremos habitar nuestro cuerpo conscientemente con prácticas dinámicas como el Uccara Yoga u otras posturas”, aclara.
Los yogas
Las estrategias yóguicas varían según las necesidades de las personas; pero para aprovecharlas, hay que buscar el método y profesor adecuados. El Hatha Yoga ayuda con la práctica física de posturas a desarrollar la fuerza de voluntad; el Jñana Yoga desarrolla el conocimiento y el control de uno mismo; el Bhakti Yoga desarrolla los sentimientos más puros y la capacidad de soltar lo que nos limita. “Yoga Vital Terapéutico es un sistema que integra los métodos tradicionales y el ayurveda, medicina tradicional de la India, en un formato actualizado a nuestro tiempo, con énfasis en potenciar la salud, a la vez que está despojado de cargas religiosas y culturales extrañas a nuestra idiosincrasia”, precisa Bidondo.
El objetivo consiste en percibir la experiencia de vivir en toda su dimensión: aroma, color, sabor, textura y cada matiz con toda su intensidad.
“También se desarrolla el discernimiento –agrega el maestro– para que uno pueda elegir aquellas experiencias que realmente contribuyen a enriquecerse y desarrollarse en un estado de bienestar”.
¿Qué se enseña en las clases de yoga? Hábitos posturales saludables que contribuyen a evitar dolores de espalda, lesiones articulares o a potenciar la recuperación cuando ya existe un problema.
Técnicas respiratorias y de relajación especiales para reforzar nuestra energía a la vez que liberan tensiones innecesarias de nuestro sistema.
Técnicas para potenciar la concentración, la memoria y la actitud mental positiva, y al mismo tiempo, aprender a reemplazar malos hábitos y adicciones por conductas saludables.
Meditación para desarrollar la sensación de centrado y calma interior, lo que permite accionar con mayor eficacia y precisión en la vida diaria.
En síntesis, para comenzar a practicar yoga, no es necesario tener conocimientos previos y tampoco condiciones físicas particulares. Sólo hace falta interés por autoconocerse y ganas de encontrar paz interior; luego se aprenden las posturas, el modo en que la respiración relaja y limpia el organismo y el control mental en armonía con todo el ser para disfrutar de la vida.
Cinco recomendaciones antes de comenzar
-Saber lo que se quiere conseguir con la práctica de yoga.
-Encontrar un docente con la mayor capacitación posible en el área de su necesidad. Hay numerosos métodos de yoga y cada profesor imprime sus propias características en clases.
-Entender que los resultados dependen de la regularidad y continuidad de la práctica de yoga.
-Establecer un tiempo para ir chequeando los resultados; como mínimo tres meses. Si no se perciben avances, conversar con el docente para ajustar las estrategias. Si continuara sin resultados, pensar en probar con otro docente de yoga.
-Aprender a disfrutar de las clases, ya que el goce es condimento indispensable para el éxito.
Prensa: Diario la Voz del Interior . 2 de Marzo 2010 . Argentina